La Buena Noticia al evangelio del II domingo de Cuaresma
Jesús camino de Jerusalén tiene un momento de intimidad con los suyos. Les quiere hacer partícipes de la Gloria que va a traer el sufrimiento, la cruz, la soledad, la frustración.
Quiere hacer partícipes a los suyos de quién es y lo que hay en lo más profundo de sí. Es Hijo de Dios y en su interior hay luz. Por eso Jesús les lleva a lo alto de la montaña. Lo que van a presenciar no puede ser soportable con la fuerza humana. Sólo puede ser sobrellevaba con el Amor. Un Amor que desde toda la Eternidad es vivido con el Padre y el Espíritu Santo.
Para vivir la cruz, a lo que Dios te llame en estos momentos de la vida, sólo puede ser asentido desde la Gracia de Dios en lo profundo de nosotros. Vivir en espíritu de oración. Dios habita en el alma en Gracia. En la vida de la Gracia la oración es una continuación de la eternidad. En la vida de la Gracia nosotros somos transformados en luz.
La vida de la Gracia sólo puede ser vivida en "Velad y orad". El sueño acecha. Aparece para expresarnos que la sola fuerza no es suficiente.
Pedro desde su sueño y hablando desde él. Dice que se está bien. Pedro aún no es consciente ni se imagina desde su sentir a todo lo que estamos llamados.
Nosotros estamos llamados a ser verdaderamente Hijos que escuchan y obedecen.
El silencio es el miedo a no saber qué decir y cómo hacer. La vida se queda comprometida cuando somos alcanzados por la Gracia de Dios.
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