Comentario al evangelio del III domingo de Cuaresma



1En aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios.2Les respondió Jesús: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas?3No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.4O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén?5No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.»6Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró.7Dijo entonces al viñador: "Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?"8Pero él le respondió: "Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono,9por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas."»
Comentario:Jesús viene a nuestro encuentro con dos verdades profundas que se dirigen a nuestra necesidad: - la salvación no es superstición (versículos 1 al 5); - nuestras obras son también amadas por Jesús (versículos 6 al 9).
La salvación no es superstición. Es muy importante vivir la gratuidad de Jesús con cada uno de nosotros. Una gratuidad que nos hace mirar los signos que nos rodean. No podemos ser ciegos ante lo que acontece. Sino que hemos de estar vigilantes. También la gratuidad nos hace ser fieles. Jesús no quiere que vivamos nuestra relación con él y con lo suyo como el siervo infiel que actúa según le conviene. La fidelidad radica en contemplar la providencia de Dios con nosotros: cuida y provee. El ver nuestra vida como objeto de la misericordia de Dios con nosotros. 
Nuestras obras son también amadas por Jesús. Nuestra vida es como la higuera porque necesitamos conversión. Nunca vendrá como un esfuerzo sobrehumano, sino como fruto de la paciencia de Jesús con nosotros. Es Jesús quien grita e intercede para que no seamos podados y cortados rápidamente. Sino que a su tiempo podamos recibir lo necesario. Es muy necesario entender nuestra vida desde esta visión de la gracia. Es Dios por gracia quien sigue acariciando y moviéndonos para obrar según el amor, no según la ley o la exigencia. (Lc 13, 1-9)
Oración:Padre Santo y lleno de ternura nos presentamos ante Tí para que nos conviertas y atraigas con Amor. En nombre de tu Hijo ten paciencia con cada uno de nosotros para que seamos instrumento de tu amor. Espíritu lleno de poder y amor envuélvenos en la paz y la entrega de vida. Amén.

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